miércoles, 9 de diciembre de 2009

Humilde religión personalísima

Me tengo que comer la música de la misa del domingo
los aleluyas inflexibles como cicatrices como costras
los renacuajos que parecen subsumidos en sus duelos irreales
los pentecostales que giran como remolinos
los tornillos de la religión que quema mi monolito
mi adoración con pies de barro
a quién le importa a quién adore yo
no tengo nombre, apenas fumo un poco de silencio
a veces entro en mí, no tengo un templo
nadie transgrede mi obra, mi palabra
no tengo evangelio según nadie
a veces cuando estoy borracho
me gusta escribir como si hubiera tiempo
esa es toda mi idea de la eternidad...

No hay comentarios: