sábado, 1 de octubre de 2011

Mi amiga ardió de tanto que se le vino encima
la tarde
de tanto crepuscular sol invencible
de tanto desear morir, ser vencida
como el vino
que se le venía encima
cada ciertos amores
de tanto que pareció morir miles de veces
y que la devolvieron triste y silenciosamente borracha
desposeída y rencorosa
casi sin ropa
penumbrosa-mente
abierta en el sentido del vientre
secreta
en el sentido sentido
Yo mismo me comí sus cicatrices
y sus carcajadas
y todas las uvas de su ser
después
la vine a ver
pensé en sus sueños
después la hice dormir y ella lloraba
sin saber
dónde estaban sus posibilidades
y el psicoanálisis que trataba de armar y desarmar entre sus dientes
maravillosos
y las cosas que borraba aleteando
de una sola palmotada quebradiza
quebrándolo todo...

1 comentario:

Anónimo dijo...

"y yo mismo me comí sus cicatrices
y sus carcajadas
y todas las uvas de su ser"