Odio ponerle nombre a tus palabras
porque además me duelen, me averguenzan
andan haciendo hoyitos en mi oscuridad
y dejan negro el ataúd hediondo donde duermen
mis vampiros irreales
Odio que te parezcas a mis sueños
que sobrevueles ebria
que roces los pezones de tu espíritu
como si en tu espiritu mismo
una campana
sonara con suspiros y pezones
y no me sostuviera ningún dolor
ninguna santa superficie
ningún campo sobrevolado
o muerto de sueños...
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