sábado, 24 de enero de 2009

Las historias se ponen en la tetera
mientras la tarde vuelve de su remanso inmenso
y tu mujer se envuelve en su maternidad
como si fuese un traje a su medida hecho
y tú, lleno de solemnidad
la envuelves
sobre todo
como lo hace la noche
y le dices palabras que para ti son llagas
y que acaban en besos
sin doler nunca más...

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