cuando la sequedad sensible de la boca
arrastrada hasta la concha más triste
tuvo la sensación de estar tan viva
vino la ola nueva, la nueva ola
y multiplicó lo nuevo y le puso nombre
y así lo repitió hasta el aspaviento
llevándose el dolor a otro sentido
como si hubiese traspuesto en otro idioma
la otra bandera de otra nación
en otro origen.
Al otro día del mar
vino la luz
sin hoyos
del delirio
e iluminó la voz vacía de los muertos
y ese discurso innumerable abrió sus puertas
y así la gobernanza se hizo semblante
y el habitante entonces se hizo carne
y comenzó de nuevo...
Yo no sé que otro nombre tiene Darwin
en otros idiomas
Pero si no hay evolución no hay patria
y si no hay revolución
no hay como llamar a los cementerios
Todos se quedan sin palabra
y sin chupete. Es necesario que el reloj nos marque
la hora fatal donde hundirán la aguja...
No hay comentarios:
Publicar un comentario