Ellos que se abrazan saben que la h no se pronuncia y se la pasan por las bocas comunicándose un silencio espantoso, una oquedad llena de fisuras por donde las letras caen formando una dentadura
Me quería quedar con la mano dormida a media luz sabiendo que las orugas crecen como las pupilas en la oscuridad y desnudan su obscenidad sagrada como orugas como pupilas reventógenas, artrósicas sacadas de un lenguaje viejo como la medicina de los órganos que sangran flotando en formol